Si tenemos en cuenta que el nombre de su capital, Zaragoza, proviene del que recibió en honor de su fundador y primer emperador romano, César Augusto, no es de extrañar que todo en esta ciudad sea imperial.
Desde el majestuoso río Ebro que la atraviesa, el más largo y caudaloso de España, hasta la monumental Basílica de Nuestra Señora del Pilar que se refleja en sus aguas, el mayor templo barroco de España al que cada año acuden miles de peregrinos de todo el mundo.
La ciudad es además conocida por su heroica resistencia frente a las tropas de Napoleón durante la Guerra de la Independencia, algunos de cuyos episodios plasmó en sus cuadros el pintor aragonés más universal: Francisco de Goya.
Cerca de allí se encuentra el desierto de los Monegros, ecosistema único en Europa en cuyas áridas tierras luchó el escritor británico George Orwell, tras alistarse como voluntario de la República durante la Guerra Civil Española.
Al sur de Aragón se encuentra la ciudad de Teruel, cuyo conjunto mudéjar, esa forma artística ejemplo de convivencia entre culturas, forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
En esta romántica ciudad reposan los restos de los Amantes de Teruel, cuya trágica historia de amor recoge la leyenda popular.
Y, si hablamos de leyendas, no podemos olvidarnos de otro genio aragonés nacido muy cerca de aquí: Luis Buñuel, considerado uno de los más importantes y originales directores de la historia del cine.
La región es también muy rica en patrimonio prehistórico. En esta zona se hallaron los restos del primer dinosaurio español, el Aragosaurus, así como los del Turiasaurus riodevensis, el dinosaurio más grande de Europa. Un magnífico parque temático, Dinópolis, enseña a los visitantes todo lo referente a estos antiguos habitantes del planeta.
Pero quizás la mayor expresión de la naturaleza aragonesa sea el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el macizo calcáreo más alto de Europa, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Su extraordinario paisaje de alta montaña es ideal para todo tipo de actividades al aire libre a lo largo de todo el año.
Y, al llegar el invierno, el deporte estrella es sin duda el esquí, que podemos practicar en cualquiera de las numerosas estaciones diseminadas por el Pirineo Aragonés.